La anafilaxia es una reacción alérgica sistémica y súbita que afecta a múltiples órganos y sistemas en el cuerpo. Esta reacción se desencadena cuando una persona entra en contacto con una sustancia a lo que se es alérgico. La exposición puede ser a alimentos, medicamentos, picaduras de insectos, látex o alérgenos ambientales, entre otros.
Se manifesta en diferentes niveles de gravedad, desde leves hasta potencialmente mortales. Los síntomas pueden aparecer en cuestión de minutos o incluso segundos después de la exposición. Algunos de los signos más preocupantes incluyen:
Dificultad respiratoria: la vía aérea puede estrecharse rápidamente, causando dificultad para respirar, sensación de opresión en el pecho y sibilancias.
Reacciones gastrointestinales: Se pueden presentar vómitos y diarreas profusas, lo que conduce a una rápida deshidratación.
Baja presión arterial: La anafilaxia puede provocar una disminución significativa de la presión arterial, lo que puede llevar a un colapso y shock anafiláctico.
Como médicos, nos preocupa profundamente la posibilidad de que nuestros pacientes experimenten una reacción anafiláctica grave en algún momento de su vida. Por esta razón, es fundamental que cualquier persona que sospeche ser alérgica a una fuente específica busque un diagnóstico adecuado y preciso.