Durante la última década, se ha observado un patrón cambiante con un aumento de la prevalencia de alergia a alimentos, con mayor gravedad de las manifestaciones clínicas y el riesgo de persistencia hasta la edad adulta.
Un alimento es cualquier sustancia, ya sea procesada, semielaborada o cruda, destinada al consumo humano. Incluye: bebidas, chicle y cualquier sustancia que se haya utilizado en la fabricación o preparación.
La alergia a alimentos es una reacción adversa mediada por un mecanismo inmunológico. Las reacciones no mediadas por mecanismos inmunológicos se definen como “hipersensibilidad no alérgica a alimentos”.
Los mecanismos de la hipersensibilidad no alérgica a alimentos se explican por mecanismos enzimáticos (déficit de lactasa), farmacológicos (sustancias añadidas a los alimentos o presentes en ellos de forma natural como la cafeína) o de intolerancia indeterminados.
En algunos pacientes existen circunstancias externas que están asociadas con reacciones alérgicas más graves. Se conocen también como factores de aumento o cofactores.
La alergia alimentos tiene un fuerte impacto en la calidad de vida de los pacientes: se requiere un tiempo extra para planificar las comidas, existe el temor de desnutrición y alteraciones en el crecimiento y desarrollo, los niños pueden faltar a actividades sociales (fiestas, paseos, deportes, etc) por temor a exposiciones accidentales o ansiedad de comer fuera de casa. Además, los costos de los alimentos para cubrir las necesidades nutricionales pueden volverse altos.
¿Por qué sucede la alergia a alimentos?
El tracto gastrointestinal representa un reto único para el sistema inmunológico, debe encontrase con una enorme cantidad y diversidad de sustancias extrañas y mantener la tolerancia a ellas, pero sin perder la capacidad de montar una respuesta de defensa ante una sustancia potencialmente dañina. El fracaso para lograr un equilibrio adecuado en estos papeles puede conducir a una pérdida de tolerancia, dando como resultado enfermedades inflamatorias, tales como la enfermedad inflamatoria intestinal, o respuestas a alimentos inocuos, como ocurren en pacientes con enfermedad celíaca y alergias alimentarias.

¿Cómo se diagnostica?
La evaluación clínica debe incluir un examen minucioso del estado nutricional y crecimiento, especialmente en niños, así como enfermedades atópicas asociadas tales como dermatitis atópica, rinitis alérgica y asma.
Según el tipo de alergia se usarán las pruebas cutáneas como el prick test y prueba de parche, pruebas en sangre para la detección de Inmunoglobulina E especifica dirigida a un alimento en particular o pruebas más específicas como la endoscopia, colonoscopia y biopsias de tracto gastrointestinal.
¿Cómo se trata?
Cuando el alimento implicado no representa un alto valor nutricional en la dieta, basta con retirarlo y evitar la exposición. Sin embargo hay pacientes con alergia a alimentos indispensables o con una amplia distribución y que se usa como ingrediente en la preparación de muchos de los alimentos consumidos (leche, huevo, soya, trigo, etc). En estos casos es importante vigilar el estado nutricional y suplementar con vitaminas o micronutrientes cuando sea necesario, brindar alternativas confiables (formulas lácteas en niños lactantes alérgicos a la proteína de leche de vaca) y buscar los medios para establecer un pronóstico y tolerancia futura al alimento implicado.